sábado, 6 de abril de 2013

El abrazo



 Que venga a darme un último beso, masculla  Von Hagens al oído de su médico personal. El doctor asiente, solícito, y con un rígido ademán traslada la orden a la señora Hagens. Bárbara Hagens, en el local de striptease la llamaban sólo Barbie, da un paso al frente. Osito, siento tanto que te mueras, dice, entre mascada y mascada de chicle. El viejo saca unos brazos esqueléticos y  la agarra con tal fuerza y rapidez que deja a Barbie sin aliento. Y la abraza.  Y aprieta. Sus cuerpos se funden. Se mezcan. Al deshacerse el abrazo, en la cama hay una anciana que masca chicle y  un joven esbelto se aleja silbando algo de Sinatra.

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