sábado, 3 de septiembre de 2011

Pequeño mártir

Harum, el almuédano de nuestra aldea, estará a punto de hacer la última llamada a la oración de hoy. Hay que darse prisa, le digo a Mufid y a Fadel, que hoy yo todavía no he sido mártir. Como soy el pequeño, siempre me toca el último. Bueno, dice Fadel sonriendo, pero rápido que mamá nos espera. Cogen las pistolas y se van a montar guardia a la carretera.

Yo me coloco la mochila con los explosivos y me quedo escondido tras un arbusto, esperando el momento para lanzarme sobre ellos. De repente, los dos se giran a la vez. ¡Ahora! Salgo corriendo. Voy a gritar "¡Alá es grande!", pero me quedo paralizado. Un Jeep militar se acerca a toda prisa. Se para a nuestra altura. Miro a Fadel, parece petrificado, y está lívido. Un soldado de pelo rubio se baja del vehículo y nos mira a los tres de arriba a abajo. Señala las pistolas de plástico amarillo que tienen Mufid y Fadel en la mano. Luego dice algo, pero no le entendemos. Todos los del Jeep ríen a carcajadas.

El soldado de pelo rubio se ríe también y se gira para marcharse. Corro hacia ellos y, sin darles tiempo a sacar las armas, grito con todas mis fuerzas: BOOOOM.

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