sábado, 17 de septiembre de 2011

El zumo

Papá la está llamando. Que baje a desayunar. Ella dice que ya va, que enseguida. Con cuidado, saca los libros y los cuadernos de la mochila y los esconde bajo la cama. Luego mete dentro algunas mudas y el neceser. Hoy no irá al colegio, sino a la estación de autobuses. A él no le molestará demasiado que se vaya. Total, ella es un estorbo, siempre lo ha sido. Este fin de semana, la mandó con los abuelos para estar a solas con su nueva amiguita. Y al abuelo, pobre, se le escapó aquello. Papá no quiso que ella naciera. Papá quiso que mamá abortara. Hijo de puta. Para él, será un alivio que se vaya, seguro. Baja a la cocina y pone su mejor sonrisa. Hoy no tiene hambre, dice, ya comerá algo de camino al cole. Ni hablar jovencita, dice papá. Y le pone en la mano un zumo de naranja recién exprimido. Según parece es bueno para las defensas. Que hace fresco y no quiere que se resfríe. Ella mira, durante un buen rato, el vaso. Luego lo lanza a la pared. Papá se queda mudo. Y la ve correr hacia su cuarto, llorando.

(microrrelato ganador del concurso quincenal de El ojo crítico)

No hay comentarios:

Publicar un comentario