martes, 16 de abril de 2013

La Pasión


        La barba pincha al principio, es verdad. Pero, ¡ay, hijas mías!, esos labios, dulces como bienaventuranzas, os transportarán al reino de los cielos, dice la madre superiora, que se santigua y eleva a las alturas una mirada que parece una plegaria. Luego se pone de puntillas y besa los pies de mármol blanco. Las novicias lanzan suspiros de devoción mientras se empujan las unas a las otras para estar lo más cerca posible del crucifijo. Ahora, eso sí, continúa aleccionando la madre superiora, tened cuidado con los agujeros de sus manos, las manchas de sangre en el hábito son muy difíciles de lavar.

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