domingo, 18 de diciembre de 2011

Entre sus pares


El pie derecho se me resiste, pero el resto de su cuerpo ya se encuentra sometido a mi voluntad. Incluso podría, si quisiera, hacerle hablar lenguas desconocidas, arrojar chorros de vómito verde o girar la cabeza 360 grados. Pero ya estoy hastiado de estos jueguecitos, para este cuerpo tengo preparado algo mucho más interesante. Arrastrando el pie insurrecto, llego hasta la limusina blindada. El chofer, al abrirme la puerta,  me mira con el rabillo del ojo. No es nada, un accidente de golf, le tranquilizo. Él asiente, solemne; luego pregunta: ¿A dónde le llevo, Excelencia? Empezaremos por Wall Street, allí siempre me siento como en casa.

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