Allí estábamos todos, en un rincón del congelador. Finalmente, convinimos en ponernos en marcha. Caminamos sin rumbo a través de un laberinto de estanterías kilométricas, repletas de pescado congelado. De repente, se acabaron las estanterías, y el suelo metálico del congelador fue dando paso a uno más irregular, rocoso. Cuando aquellos pingüinos pasaron frente a nosotros dando saltitos, dudamos un momento, pero decidimos continuar. Tras horas de marcha, llegamos a un mar de hielo que se extendía hasta el horizonte. A lo lejos, vimos un galeón vencido y desarbolado, que se había quedado atrapado en el hielo. Entonces se levantó una ventisca que nos obligó a buscar abrigo. Por suerte encontramos una cabaña, donde encendimos un fuego y descansamos. El viaje nos había abierto el apetito así que abrimos la nevera. Allí estábamos todos, apretujados en un rincón del congelador.
sábado, 10 de marzo de 2012
Congelador hermético
Allí estábamos todos, en un rincón del congelador. Finalmente, convinimos en ponernos en marcha. Caminamos sin rumbo a través de un laberinto de estanterías kilométricas, repletas de pescado congelado. De repente, se acabaron las estanterías, y el suelo metálico del congelador fue dando paso a uno más irregular, rocoso. Cuando aquellos pingüinos pasaron frente a nosotros dando saltitos, dudamos un momento, pero decidimos continuar. Tras horas de marcha, llegamos a un mar de hielo que se extendía hasta el horizonte. A lo lejos, vimos un galeón vencido y desarbolado, que se había quedado atrapado en el hielo. Entonces se levantó una ventisca que nos obligó a buscar abrigo. Por suerte encontramos una cabaña, donde encendimos un fuego y descansamos. El viaje nos había abierto el apetito así que abrimos la nevera. Allí estábamos todos, apretujados en un rincón del congelador.
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