sábado, 10 de marzo de 2012

Congelador hermético



       Allí estábamos todos, en un rincón del congelador. Finalmente, convinimos en ponernos en marcha. Caminamos sin rumbo a través de un laberinto de estanterías kilométricas, repletas de pescado congelado. De repente, se acabaron las estanterías, y el suelo metálico del congelador fue dando paso a uno más irregular, rocoso. Cuando aquellos pingüinos pasaron frente a nosotros dando saltitos, dudamos un momento, pero decidimos continuar.  Tras horas de marcha, llegamos a un mar de hielo que se extendía hasta el horizonte. A lo lejos, vimos un galeón vencido y desarbolado, que se había quedado atrapado en el hielo. Entonces se levantó una ventisca que nos obligó a buscar abrigo. Por suerte encontramos una cabaña, donde encendimos un fuego y descansamos. El viaje nos había abierto el apetito así que abrimos la nevera. Allí estábamos todos, apretujados en un rincón del congelador.

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